En uno de esos maravillosos libritos de la serie ciento en boca, de ediciones huracán, Fernando Picó nos cuenta cómo se multaba diferencialmente a distintos sectores sociales en el Utuado del siglo diecinueve:
Un reglamento proveía para que los jornaleros pagaran un día de prisión por cada cuatro reales de multa…en el caso de los artesanos, un día equivalía a doce reales, y en el de los propietarios, seis pesos…
En el siglo diecinueve, el tiempo del artesano valía más que el del jornalero, y el del propietario, a su vez, mucho más aún.
Y ahora, también. El periódico Primera Hora reseñó el sábado la muerte de Vivian Rivera, una joven de 23 años, presa en una cárcel de Vega Alta y víctima de una golpiza por parte de otra confinada. Estuvo en la enfermería de la prisión, agonizando, tres días. Cuando llegó al Centro Médico «era demasiado tarde», dice el parte de prensa. Una condición congénita había complicado y amplificado el efecto de los golpes, y la muchacha no despertó.
Si hubo maltrato o negligencia por parte de la cárcel, no lo sé. Probablemente es prudente esperar por la autopsia antes de emitir una opinión al respecto. Lo que sí podemos decir es que el panorama no es, en sus efectos, muy diferente del que describe Picó en la cita, arriba. A esa chica se la llevaron presa, por un año, por posesión de una bolsita de marihuana. El juez dictó sentencia de «un año de cárcel o mil dólares de multa», y el tiempo de Vivian valía tan poco como el del jornalero de Utuado. Una vez en prisión, en una ocasión, la «mangaron» fumando marihuana de nuevo y le añadieron ocho meses adicionales a la ya desproporcionada pena.
Una bolsita = mil pesos = un año. ¿No hay algún mecanismo que proteja al pobre de esa álgebra maligna? Ochenta pesos al mes. El dictamen del juez le adjudica un valor de once centavos, a cada hora (encerrada) de Vivian. Su tiempo vale menos que el del jornalero de Picó.
Compare ese año y ocho meses con el caso reciente de los tres estudiantes que tenían, no una bolsita de marihuana, sino un huerto completo en Condado. Hidropónico, nada menos. Les ocuparon, dice la prensa, «112 plantas de marihuana, 16 envases con picadura, 15 bolsas medianas con la droga lista para vender y cuatro envases con cocaína».
No es que yo piense que los tres agricultores aficionados de Condado deben ir presos – ese no es el punto. Lo que me parece interesante es que aunque las reglas oficiales sean distintas, el TIEMPO del pobre siga valiendo menos. Para los estudiantes de medicina, 112 plantas y quince bolsas no alcanzan para justificar un día de prisión. Para Vivian, una bolsita se paga con un año, y un cigarrillo a medias, con ocho meses.
O con la vida.
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