desde el zaguán

Recuerdo cómo, durante la huelga estudiantil de 2010-2011, altos administradores universitarios (así como varios políticos,  “pundits” y/o columnistas) se indignaban con los estudiantes que ataponaban los portones con sus barricadas y sus cuerpos, porque hacían que la universidad perdiese dinero.  Un millón diario, gritaban.  Más adelante, culparon al movimiento estudiantil por otras tragedias, incluyendo el caos de la beca Pell (que nada que ver tenía con la huelga, y sí con la incompetencia administrativa y el mal manejo del papeleo de rigor)  y el peligro de perder la certificación de la Middle States (que radicaba, mayormente, en un asunto de “gobernanza”, de nuevo, un problema administrativo.)

De hecho, culpar a los huelguistas era tan usual que se convirtió en una especie de chiste, al menos en Mayagüez.  “Es culpa de la huelga”, bromeaban, con alguna amargura, los estudiantes, cada vez que llovía, o cada vez que alguien se golpeaba un dedo, viraba un vaso, chocaba un auto, perdía el trolley, sacaba mala nota en un examen.  “Es culpa de los pelús.”

Bueno, ahora resulta que la Universidad de Puerto Rico, a nivel central y en Mayagüez, está perdiendo una millonada en fondos de NSF. Propuestas en las que colegas docentes han invertido tiempo y esfuerzo y que habían sido tramitadas y recomendadas a través de un proceso estricto de revisión de pares en la National Science Foundation, propuestas que emplearían y entrenarían estudiantes graduados y subgraduados, propuestas que le traerían prestigio (y por ende mayor probabilidad de obtener otras propuestas) a la Universidad, propuestas completadas, propuestas aceptadas, propuestas por venir, imaginadas, todas ellas se van al zafacón en donde últimamente parecería que la administración ubica todo aquello que tenga que ver con calidad de la institución o tal vez, todo aquello que no entiende, y no quiere entender.

No me lo estoy inventando.  Vea la carta de NSF pulsando aquí.  La administración universitaria no está cumpliendo con la reglamentación de esa agencia, ya perdió los fondos vigentes y próximos, y se encamina a perder mucho más.

Me pregunto si en la Universidad nos dirán que es culpa de la huelga. Me pregunto si les importa que algunos de nuestros más brillantes investigadores han decidido renunciar, frustrados.  Renunciar literalmente, abandonando la isla para proseguir carreras en universidades con administradores más competentes, o metafóricamente, aflojando los lazos emocionales con la institución, dedicándole cada vez más tiempo a actividades fuera de ella.

Este asunto se suma  al recorte de cursos, la reducción de cupos, la entrega de terrenos,  y el desastre con los papeleos de la beca Pell. Parecería que la institución ha decidido tener menos estudiantes, menos espacio y menos profesores. Menos importancia, menos relevancia en el país.  Empequeñecerse, recortarse, replegarse, auto-mutilarse.  Vine, ví, vencí, rompí.

La casa está tomada, dije en Parpadeando en el 2009 a raíz de la actividad policiaca en la Avenida Universidad. Me refería entonces al cuento de Cortázar, y lo vuelvo a resumir aquí:

En su cuento, “Casa Tomada“, Cortázar describe la toma implacable, en dos movimientos “simples, sin circunstancia”, del hermoso caserón antiguo donde viven dos hermanos, ella tejiendo, él leyendo literatura francesa. Primero “llegaron” (no dice quiénes.  ¿Fantasmas? ¿Muertos? ¿Zombies?)  por “el comedor, o la biblioteca”.  Supieron de la presencia de esa otredad por el ruido-”impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación.”  Se encerraron con llave en la otra mitad de la casa.  Siguieron viviendo, pero “hubo pérdida”, como dicen por ahí. No les importó tanto perder el comedor, porque aún contaban con la cocina.  Pero los libros, almacenados en la ahora inalcanzable biblioteca, sí dolieron.  Se resignaron a la mitad del hermoso caserón. El hermano lector se dedicó a mirar a su hermana, virtuosa de la aguja, tejer.  La vida continuó.  Hasta que “la cosa” regresó – ésta vez más rápida. Más implacable.  El mismo ruido, ahora en “su lado” de la casa. Sólo restó tiempo para salir al zaguán.  Sin dinero, sin maletas. Habían quedado fuera de su casa, su propio hogar, heredado de sus bisabuelos, amado por sobre todas las cosas, ahora tomada por completo por…lo que sea.  Una presencia opuesta, antónima, antipática.

Que no quede duda: los universitarios de toda pinta – los investigadores, los críticos sociales, los maestros, los activistas, los administradores decentes, los estudiantes, y las combinaciones varias y numerosas de esas categorías-estamos apiñados en el zaguán de una casa tomada.

 

 

2 respuestas a “desde el zaguán”

  1. Rima, no nos quedamos de brazos cruzados. La casa, no es nuestra, pero es de Puerto Rico o de lo que hemos imagino que sea. La incompetencia no perdurará…

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  2. Tanta torpeza no puede ser casualidad. Este gobierno de guanabís republicanos criollos tiene a la UPR en la mira. Debe ser más pequeña y manejable, algo así como un colegio privado o una de las privadas en las que no hay protesta alguna. Nos preparan para un futuro como consumidores no ciudadanos. No quiero imaginar cuanto más daño harán cuando sean reelegidos en noviembre.

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